¿Has oído hablar de la diverflación?

30/07/2024

Este nuevo término refleja el cambio en los hábitos de gasto de los consumidores que priorizan experiencias gratificantes en ocio y experiencias frente a la adquisición de bienes o servicios duraderos como un vehículo o una vivienda. Con frecuencia, este patrón de gasto no repara en el precio de los bienes y servicios, que, en sectores orientados al ocio, corren el riesgo de dispararse, pese a la percepción de la ciudadanía de que «todo está más caro».

Muchas personas perciben que las terrazas están llenas, las entradas a los conciertos se agotan en horas y todas las habitaciones de hotel están reservadas pese a la subida de precios que hemos vivido los últimos dos años y medio.

Parece que la pandemia nos hizo reflexionar y darnos cuenta de la vulnerabilidad humana. No es un fenómeno nuevo, los romanos ya hablaban del carpe diem, el «aprovecha el presente» buscando la gratificación inmediata frente a un futuro incierto. Tras el choque que supuso el confinamiento, muchos consumidores optan por dar más importancia a las relaciones sociales y a su bienestar mental con la compra de experiencias que al ahorro o la seguridad financiera en el medio plazo. Es más fácil pensar en el ahora que en qué ocurrirá dentro de 20 años

Existen diferencias entre las generaciones analizadas:  los jóvenes, frente a las dificultades para acceder a una vivienda y formar una familia, parecen preferir «vivir el presente», mientras que los mayores tienden a ser más cautos. Esto no significa necesariamente que aumente el gasto, sino que se prioriza destinar recursos a bienes y servicios ligados al ocio que implican un consumo más impulsivo y menos ordenado, frente a una mayor planificación financiera que incorpore el consumo responsable, el ahorro y los objetivos de medio y largo plazo. Dicho con un ejemplo, en lugar de comprar muebles o electrónica de calidad, se opta por algo más asequible o de segunda mano y el ahorro se destina a ir a un concierto, a festivales de verano o a viajar.

Aunque el consumo de bienes ligados al ocio y que proporcionen una gratificación inmediata no es en sí negativo, sería conveniente conciliarlo con la planificación adecuada de nuestros proyectos vitales y no descuidarlos. Cuando se abordan estos gastos sin una mirada al futuro que nos lleve a planificar nuestras finanzas en el medio plazo, podemos poner en riesgo nuestro proyecto vital y, al gastar sin poner reparos en el precio, estamos contribuyendo a dinámicas alcistas en estos sectores.

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